• La presencia de una situación o escenario imaginario, en la medida que existen roles o ejercicios de actividades vinculadas a contextos no presentes.
• La presencia de ciertas reglas de comportamiento que tienen un carácter social y cultural.
En el aula de música el niño puede potenciarse tanto cognitivamente como en descubrir sus facultades artísticas. “La experiencia sensorial que proporciona la música, enriquece la vida del niño y le otorga equilibrio emocional, psicofisiológico y social” (Sarget, 2003: p. 197) La música logra ser un instrumento integral para la formación del niño.
Los niños, cuando están expuestos a la enseñanza musical, logran adquirir ciertos conocimientos musicales, que son de acuerdo a su edad. En una ronda infantil ellos pueden percibir, descubrir y crear sonidos, ritmos y movimientos. La asimilación de pulso, acento, ritmo, altura, contorno, tonalidad e incluso intervalos se rigen a los procesos cognitivos por los que el niño pasa.
Sarget divide éstas etapas cognitivo – musicales en dos periodos, los cuales comprenden a niños de edades de 0 a 6 años. El primer periodo es el sensorio-motor, de 0 a 3 años, y el pre-operacional, de 3 a 6 años. “Desde los 18 meses, hasta la finalización del periodo educacional infantil, los niños internalizan sus esquemas sensorio motores (relacionados con la conducta) en forma de esquemas cognoscitivos”. (Morris: 1978: p. 70) Morris define el concepto de esquema como las acciones y conceptualizaciones empleadas por el individuo para adaptarse a cierto contexto. Según Piaget este desarrollo de esquemas es según el fenómeno fundamental del nivel lógico de las acciones de asimilación. Para Piaget la asimilación es “la integración de nuevos objetos o de nuevas situaciones y acontecimientos a esquemas anteriores” (Piattelli, 1983: p. 210). Por lo tanto el esquema de conocimientos va creciendo poco a poco gracias a la asimilación.
Esta idea de crecimiento de esquemas consiste en que en todos los recuerdos de las acciones anteriores guían a las acciones actuales, por ello “conforme se adquieren imágenes, experiencias y capacidad de retención memorística, el aprendizaje se vuelve más acumulativo y menos sometido a la percepción y experiencia inmediata, haciendo posible el razonamiento sistemático”. (Good y Brophy, 1985: p. 46). Es por esta razón que para comprender este tipo de desarrollo es necesario clasificar a las etapas del desarrollo cognitivo – musical.
Entre las clasificaciones mencionadas, la primera es la etapa sensorio - motor, que explica que los niños al nacer tienen la habilidad de entender el mundo por medio de sus sentidos y su motricidad. Sarget menciona que los niños comienzan a desarrollar habilidades como la categorización del sonido con estrecha relación de las imágenes, como ser las caras, animales y objetos.
Hasta los dos años, las destrezas musicales que adquiere el niño es el movimiento corporal acompañado de rondas musicales y su cuerpo se adapta a diferentes ritmos. Ya de los dos años para adelante, el niño utiliza sus diferentes partes del cuerpo para acompañar a la melodía infantil. Esto quiere decir que su psicomotricidad gruesa está más desarrollado. Se debe tomar en cuenta que las diferentes partes del cuerpo pueden emitir diferentes sonidos, y esta característica es la que divierte al niño. Esto significa que el infante ya percibe los colores del sonido. Como el niño ya va desarrollando su lenguaje, comienza a articular canciones en diferentes tonalidades. Estas vocalizaciones “se van ajustando a los movimientos melódicos de los modelos de canciones escuchadas en el entorno: giros ascendentes, descendentes, quebrados, unísonos, glisando, etc.” (Hargreaves, 2002: p. 93) El niño incluso puede cantar en diferentes intervalos que acompañen al canto infantil, claro que esta habilidad puede ser según el tipo de audición que haya desarrollado anteriormente. Finalmente en este periodo el niño utiliza las canciones infantiles como auxiliares de su juego.
La segunda esta es la pre-operacional que abarca a los niños desde los 3 hasta los 6 años. Sarget menciona que a partir de los tres años, los niños ya tienen una mejor coordinación corporal e incluso ya comienzan a manifestar sus primeros pasos de danza, por lo tanto su oído rítmico es más desarrollado. El pulso comienza a aparecer y el niño comienza a improvisar canciones. “Durante este periodo el niño es capaz de interpretar espontáneamente cantos basados en sus propios esquemas internos. En estas improvisaciones se asimilan elementos melódicos y rítmicos procedentes de canciones del entorno”. (Hargreaves, 2002: p. 86). El niño ya tiene una mayor amplitud en su percepción, tanto del ambiente donde se encuentra y de las canciones, y estas la mezcla para crear sus improvisaciones.
A partir de los 4 años aparece en los niños el juego simbólico. Barón Ferrero (1979: p. 16 y 17) menciona que el juego simbólico y de simulación representa la esencia del periodo de educación infantil; y la música, particularmente el canto y los juegos, representan una parte importante en los niños. Los cantos, en este sentido, tienen un centro tonal más definido y la retención de la melodía y de la letra es memorizada con facilidad. Los niños en esta etapa, llegan incluso a poner sus propias letras a diferentes canciones que ellos escuchan.
Finalmente desde los 5 hasta los 6 años, los niños ya tienen un mayor desarrollo en su psicomotricidad fina y gruesa, por lo tanto la capacidad de movimientos de su cuerpo es más complejo y pueden acompañar a melodías rítmicas de mayor velocidad. En esta edad pueden discriminar la altura de los sonidos, dentro de la melodía, e incluso su característica tímbrica. El canto es más afinado, mejor pronunciado y vocalizado con mayor velocidad; e incluso coordinan fácilmente las rondas infantiles con su expresión y movimiento corporal.
Es importante prestar atención a todas estas etapas de desarrollo, porque de esta manera se podrá potenciar, según las características de cada periodo y por medio de la educación musical, las facultades musicales en los niños.
Bibliografía
Good, T. L. y Brophy, J. E. (1985). Psicología educacional. México, D. F.: Ed. Interamericana.
Hargreaves, D. J. (2002). Música y desarrollo psicológico. Barcelona: Ed. Graó.
Morris, E. (1978). Bases psicológicas de la Educación. México D. F.: Ed. Interamericana.
Piattelli Palmarini, Massimo. (1983). Teorías del lenguaje. Teorías del aprendizaje: Esquemas de acción y de aprendizaje del lenguaje. Barcelona: Editorial Crítica.
Webgrafía
Sarget Ros, María de los Ángeles (2003). La música en la educación infantil. Estrategias cognitivo-musicales. Recuperado el 19 de Marzo de 2010, disponible en http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=1032322